La post verdad lovecraftiana, Reynolds y Francisco Ortega
O de fakenews en el mundo del misterio y horror
Siempre he estado interesado en la obra de Lovecraft. Me he devorado sus libros muchas veces, y mi libro favorito ha ido cambiando también con los tiempos desde “The Dream-Quest of Unknown Kadath” hasta “At the Mountains of Madness”. Puedo considerarme alguien bien letrado e interesado en el horror cósmico y puedo jactarme de tener una buena colección de libros y juegos ligados a la obra de Lovecraft y su círculo. Por eso al leer sobre un misterio de ribetes lovecraftianos ocurridos al inicio de la vida independiente de Chile me sentí atraído al instante. Recuerdo haber estado googleando sobre misterios de Chile, buscando entretención e inspiración con alguna nueva historia para mis sesiones de rol. Allí me topé por primera vez con Francisco Ortega, quién en un artículo en la Tercera (que después publicó en el Dinamo y Revista Capital en forma casi idéntica) hace mención por primera vez a una supuesta anécdota de Jeremiah Reynolds en nuestro país rodeada de misterio y locura.
Jeremiah Reynolds fue un aventurero y hombre de negocios estadounidense, quién a principios del siglo XIX hacía lobby con el gobierno de su país para la exploración y explotación de los mares del sur, especialmente el Pacífico y las aguas antárticas. Logró convencer al presidente de Estados Unidos de financiar una expedición a los mares del sur, pero lamentablemente el gobierno reculó, mas Reynolds logró obtener fondos privados y financiar la expedición, la cual zarpo a nuestro país. Hasta este punto la historia de Ortega y la que puede obtenerse de las fuentes de la época son concordantes, pero en este punto comienza una divergencia entre lo que narra Francisco Ortega y la realidad histórica documentada.
De su artículo en la Tercera (23-08-2013) Ortega dice:
<<Lo que sigue es una historia real.
Finales del siglo XIX y arriba a Valparaíso un oficial civil de la marina norteamericana llamado Jeremiah Reynolds. Viene a encontrar una ruta a la Antártida y en esta cruzada pasa un par de años en nuestro país. Reynolds es además periodista y rastrea historias extrañas para enviar a revistas neoyorquinas de moda. Así da con el cuento de Mocha Dick; el cachalote blanco sureño del que escribiría en una revista de Nueva York y que luego inspirara a Melville en su Moby Dick. Así dio con cuentos de monstruos y fantasmas helados de la Patagonia, con narraciones de indios patagones que miraban al mar y repetían en frases que en el eco austral sonaban a "tekeli-li". Y escribió de ello, sumando adjetivos grandilocuentes acerca de lo imposible y espectral de la blancura antártica.>>
De su artículo en Revista Capital (18-11-2013):
<<El estadounidense permaneció en nuestro país un par de años, período en el cual reporteó la existencia de la ballena blanca Mocha Dick, hecho que acabaría convertido en Moby Dick, la seminal novela de Herman Melville. Sin embargo, Reynolds protagonizó otra aventura en nuestras costas, una aún más espeluznante y que acabaría recopilada en tres obras fundamentales de la narrativa de horror.
En 1832, Reynolds consigue viajar a la Patagonia, en un ballenero norteamericano que acepta, a cambio de una cifra de dinero, explorar las costas antárticas al sur de Cabo de Hornos. Sin embargo, un motín a bordo acaba con la aventura y Jeremiah es abandonado en una isla cerca de Tierra del Fuego. Cuatro meses después fue encontrado con una barba extensa, cabellos largos y vestido con pieles. Vivía de allegado en una comunidad de indígenas fueguinos, de quienes aprendió la cacería de focas y otros animales. De regreso a la civilización, el norteamericano empezó a sufrir ataques de pánico en los que se despertaba gritando acerca de fantasmas y monstruos que habitaban en los hielos australes y que murmuraban un dialecto del cual se entendía la expresión “Tekeli li, tekeli li”.
Al igual que con la historia de Mocha Dick, Jeremiah Reynolds publicaría esta historia en la revista neoyorquina The Knickerbocker, relato que a posterior sería tomado por Edgard Allan Poe para componer Las aventuras de Arthur Gordon Pym, por Julio Verne en La esfinge de Hielo y finalmente por H.P.Lovecraft en Las montañas de la locura.>>
Y de su artículo en el Dinamo (26-08-2014):
<<Los viajes de Jeremiah Reynolds: en 1829 este explorador de la US Navy arriba a Valparaíso para organizar una expedición al polo sur, buscando una entrada al centro hueco de la Tierra. En su estadía en Chile reportea la historia de la ballena blanca Mocha Dick, que escribe para un periódico de Nueva York. Pero además se pierde seis meses en el sur, siendo encontrado por un ballenero español. Abandonado, deliraba acerca de dioses y demonios que vivían en los hielos. Sus relatos acabarían inspirando a Allan Poe, Julio Verne y Lovecraft. ¿Qué vio realmente Reynolds en la Patagonia?>>
En su libro Dioses Chilenos y su podcast repite la misma historia con algunas diferencias. De Dioses Chilenos:
<<Bajo la gestión de su socio Symmes Jr., Reynolds encontró entonces apoyo en un millonario médico de Nueva York de apellido Watson quien seducido por el relato del escritor y aventurero reunió a una serie de financistas con los que fundó la South Sea Fur Company and Exploring Expedition. El Dr. Watson contactó además a un tal Edmund Fanning, marino y explorador, que venía promoviendo una expedición antártica norteamericana desde 1812 y lo envió a Valparaíso a reunirse con Reynolds. Habían pasado solo dos meses desde que la Casa Blanca cancelara los planes originales y ahora, a fines de octubre de 1829, Jeremiah Reynolds no solo contaba con financiamiento y la ayuda de un conocedor de la zona, sino además de una flota de tres naves arrendadas a un empresario ballenero de Nantucket, los bergantines Seraph y Annawan y la goleta Penguin...>>
A continuación, narra sus peripecias en la Antártica, basada principalmente en “The Romantic History of Jeremiah Reynolds”, para después agregar:
<<Tras concluir que con los actuales medios era imposible acceder al polo, la expedición se dirigió al norte, rumbo a Valparaíso, donde renovarían provisiones y se reunirían con el Dr. Watson con quien planearían el siguiente curso de la misión. Fanning navegó en el Seraph y Reynolds en el Penguin, mientras el Annawan se adelantaba llevando a los heridos de la expedición. Ya que el Penguin había perdido parte de su mástil principal, las reparaciones hicieron demorar el zarpe de la nave, razón por la cual Fanning arribó cinco días después a Valparaíso. El problema es que ni el Penguin ni Reynolds lo hicieron. Según cuenta Henry Howe en un libro publicado en 1889, titulado The romantic history of Jeremiah Reynolds, durante el viaje a Valparaíso la tripulación del Penguin se amotinó, dejando a Reynolds junto a un mozo llamado Elijah Cabe en un fiordo de la isla London, al sur del Estrecho de Magallanes, en Tierra del Fuego. Tras el hecho, la nave se perdió hacia el Pacífico para dedicarse a la piratería.
Y es aquí donde la historia se complica. La versión de Henry Howe, ratificada por el propio Edmund Fanning en su libro Voyage rounds the world publicado en 1833, sostiene que Jeremiah fue abandonado cerca de Punta Arenas, regresando por tierra a Valparaíso, primero por Argentina y luego por Chile, trayecto en el cual entró en contacto con indígenas y trabó amistad con los mapuches de la zona de la Araucanía, donde incluso se le reclutó como soldado para una guerrilla local. Radicalmente distinta a la versión del propio Reynolds, publicada por el mismo en las páginas de The Knickerbocker con el título de Address, on the Subject of a Surveying and Exploring Expedition to the Pacific Ocean and South Seas la cual fue ratificada tanto por el Dr. Watson como por el capitán del Seraph Benjamin Pendleton, quien sería fundamental en esta parte de las aventuras australes del hombre que presentó a la ballena blanca al mundo.
Aprovechando los recursos y la influencia de Watson y el dato no menor que Jeremiah Reynolds había sido agente especial del departamento de Marina, el magnate doctor consiguió de Washington la autorización para que toda nave de bandera estadounidense buscara a Reynolds en los parajes del sur de Chile. Durante ocho meses, balleneros, mercantes, loberos y naves militares literalmente peinaron los canales australes, en especial el Seraph al mando de Pendleton y Watson y el Annawan comandado por un tal Palmer.
Durante los primeros días de agosto de 1930 [SIC], el Seraph se encontró con la tripulación del Liberal, ballenero de New Bedford, hacia la entrada del estrecho de Magallanes al Pacífico. Durante la reunión de los dos navíos, los hombres del Liberal informaron a sus colegas que hacia la isla London habían divisado a un hombre blanco viviendo con indígenas. El hombre estaba irreconocible y apenas los vio escapó hacia el interior de la isla, siendo imposible su rescate. Pendleton y Watson zarparon de inmediato a la isla London, a la cual llegaron dos días después. Tras desembarcar, siguieron la indicaciones dadas por la tripulación del Liberal, encontrando una aldea de Yaganes donde no estaba Reynolds, pero sí Elijah Cabe, el joven mayordomo del Penguin que también fuera abandonado por la amotinada tripulación. Completamente enajenado y delirando, el muchacho le indicó a Pendleton que se habían llevado a Reynolds al interior de la isla para sacrificarlo a un Dios que decían habitaba en el lugar. Mientras el muchacho fue regresado al Seraph, el comandante de la nave a punta de armas, golpes y torturas consiguió que los Yaganes lo condujeran junto a sus hombres a ese sitio donde supuestamente habían trasladado a Reynolds. Para estar preparado, mandó a que le trajeran más armas y que los arponeros del buque vinieran a apoyarlo con sus hierros y lanzas.
El capitán Benjamin Pendleton y sus hombres se encaminaron por la costa sur de la Isla London hasta una entrada de mar que formaba un estrecho fiordo con una laguna interior hacia el extremo suroriente de la ínsula, donde vieron, con horror, cómo Reynolds era parte de una macabra ceremonia en la que amarrado se le empujaba arriba de un pequeño bote hacia el centro de la laguna. Pero eso no era lo más aterrador del espectáculo, sino lo que había en la laguna. En palabras de Pandleton, «una masa blanca y esponjosa que no parecía ser parte del mundo cristiano, que se encorvaba alrededor de una masa de tentáculos y brazos que se estiraban como víboras hacia la víctima que los salvajes le ofrecían. Mis ojos y los de mis hombres estaban contemplando acaso al Kraken de las viejas leyendas».
A pesar del terror inicial, los hombres del Seraph cargaron contra el Dios y sus sirvientes. Las balas de las armas de fuego sirvieron para reducir y matar a los Yaganes, mientras las lanzas y arpones de los balleneros hicieron lo propio con la criatura. Kraken que no era otra cosa que un enorme calamar colosal antártico o cranquiluria que por un capricho del destino había quedado atrapado dentro de esa laguna interior convirtiéndose en una divinidad para los habitantes de la isla que se encargaban de alimentarlo con peces, focas, carne de ballena y sacrificios humanos. Ultimado por los hombres del Seraph, se considera a este evento como el primer registro documentado de un encuentro entre hombres y el cefalópodo gigante que habita los mares australes y es la principal dieta para el cachalote. Una lástima que Pendleton no tuviera la ocurrencia de guardar algún registro de la bestia, pero primaba en los balleneros la idea de que los grandes moluscos con tentáculos acarreaban mala suerte, mito que el propio Herman Melville rescata en las páginas de Moby Dick, quien cita textual «marinero que logra ver al gran pulpo, marinero que no regresa a tierra».
Tras ordenar llevar a Reynolds al Seraph, el capitán y los arponeros despedazaron al Dios de isla London con hachas para luego quemarlo junto a los cadáveres de los indígenas, borrando cualquier indicio de la existencia de aquel demonio de la naturaleza.
Mientras era conducido, medio inconsciente y delirando al Seraph, Reynolds solo pronunció dos palabras.
—Tekeli li.
El viaje de vuelta a Valparaíso no estuvo ausente de incidentes. A la altura de Chiloé y víctima de locura momentánea, el joven Elijah Cabe se quitó la vida lanzándose al mar tras cortarse el cuello, razón por la cual comenzó a rondar en la nave la idea de que los náufragos acarreaban mala suerte, más si estos habían estado cerca de un calamar gigante.
Ya en el puerto principal de Chile y bajo la guía del Dr. Watson, Jeremiah Reynolds fue tratado física y mentalmente. Su millonario benefactor lo cuidó personalmente durante un mes, tras lo cual regresó a Nueva York, dejándolo a cargo del cónsul de Estados Unidos con quien vivió por cuarenta días más. Ya recuperado, evitaba hablar de lo vivido en el sur. Lo único que no disminuyó en él fue su afán de aventuras, razón por la cual desobedeció a sus cuidadores y en lugar de embarcarse en una nave que regresara a Estados Unidos a través del Pacífico, por la ruta de California, abordó a un ballenero que iniciaba un crucero que lo trasladaría a Sumatra, de ahí al Índico y posteriormente de regreso a Nantucket a través del cuerno de África y el Atlántico. Su idea era dar una vuelta al mundo. Y lo logró, aunque también con incidentes. El ballenero fue atacado por piratas y Reynolds pasó cuatro años pasando de barco en barco hasta conseguir volver a casa, periodo en el cual Watson y sus familiares lo dieron por muerto.
Sin una ruta a la Tierra Hueca pero con muchas historias bajo el brazo, Jeremiah N. Reynolds regresó a Nueva York hacia 1835. Abandonó las aventuras y se estableció como escritor y editor residente en Manhattan. Su vuelta a las páginas de The Knickerbocker llenaron el semanario con sus aventuras vividas en alta mar, en especial una de ella, titulada Address, on the Subject of a Surveying and Exploring Expedition to the Pacific Ocean and South Seas donde confesó en primera persona sus experiencias fueguinas. Un relato delirante en que las memorias de supervivencia del autor transitaban hacia una especie de horror cósmico, en la cual el aventurero revelaba el encuentro no solo con el calamar gigante, sino con unos seres ancestrales y aterradores que le habían advertido nunca acercarse a la Antártica, ya que era territorio prohibido para los hombres. Aseguraba Reynolds, cada noche en isla London, escuchaba las letanías fantasmagóricas de estos seres en los que repetían una y otra vez:
—Tekeli li... Tekeli li...>>
Si bien son pequeños detalles, se ve que la historia, a medida que pasan los años, sufre ligeras modificaciones, no solo agregándole detalles, sino giros más sorprendentes. Pero mejor vayamos a los datos duros, veamos las fuentes que menciona Ortega.
La primera fuente que referencia Ortega es “The Romantic History of Jeremiah Reynolds” de Henry Howe. Hay que notar primero el nombre del título, que podría hacernos sospechar que la descripción podría ser, bueno, romantizada o exagerada con fines literarios. Pero no entraremos a juzgar si el contenido es ficción o no, para efectos del relato de Ortega lo tomaremos como una narración fidedigna. De Dioses Chilenos leemos que:
<<Según cuenta Henry Howe en un libro publicado en 1889, titulado The romantic history of Jeremiah Reynolds, durante el viaje a Valparaíso la tripulación del Penguin se amotinó, dejando a Reynolds junto a un mozo llamado Elijah Cabe en un fiordo de la isla London, al sur del Estrecho de Magallanes, en Tierra del Fuego. Tras el hecho, la nave se perdió hacia el Pacífico para dedicarse a la piratería.>>
Pero si vamos a “The Romantic History of Jeremiah Reynolds” tal como está impresa en “History of Clinton County” en la colección “Historical Collections of Ohio in Two Volumes”, vemos que, tras sus peripecias en la Antártica, la flota navega a Valparaíso, que es donde se amotina y abandona a Reynolds y Watson. Tras ello supuestamente Reynolds recorre Chile y el territorio de la Araucanía, donde se enrola en un regimiento que lucha contra algunas tribus mapuche. Tras caer de su caballo se retira a Valparaíso, tras lo cual se embarca en la Potomac para sus aventuras por el Pacifico occidental. De hecho, la narración de lo anterior es relativamente corta:
<<They were convinced that they could not enter the South Pole, as it was blocked up with an icy continent, hence they were willing to turn their faces homeward. They soon arrived at Valparaiso, Chili. Here the seamen mutinied against the authority of the ship, set Reynolds and Watson on shore, and launched out at sea as pirateship.>>
No hay mención al tal Elijah Cabe ni la isla London, menos a calamares gigantes y sacrificios humanos. Es notorio que en dicha obra se menciona que Reynolds llegó por mar a la latitud 82º Sur, algo completamente imposible.
La siguiente fuente es “Voyage rounds the world” de Edmund Fanning, donde según Ortega
<<...sostiene que Jeremiah fue abandonado cerca de Punta Arenas, regresando por tierra a Valparaíso, primero por Argentina y luego por Chile, trayecto en el cual entró en contacto con indígenas y trabó amistad con los mapuches de la zona de la Araucanía, donde incluso se le reclutó como soldado para una guerrilla local. Radicalmente distinta a la versión del propio Reynolds, publicada por el mismo en las páginas de The Knickerbocker con el título de Address, on the Subject of a Surveying and Exploring Expedition to the Pacific Ocean and South Seas la cual fue ratificada tanto por el Dr. Watson como por el capitán del Seraph Benjamin Pendleton, quien sería fundamental en esta parte de las aventuras australes del hombre que presentó a la ballena blanca al mundo.>>
Fanning en su obra, narra sus peripecias con Reynolds en el capítulo XXIV. Narra brevemente la exploración polar para describir cómo los ánimos de la tripulación comenzaron a flaquear por lo que el capitán Palmer decidió poner proa a Valparaíso. Tras dejar allí a la tripulación descontenta, y como la temporada para zarpar al norte y continuar con su misión había pasado, decidieron explorar la costa de la Araucanía. Allí desembarcaron Watson y Reynolds con el objeto de hacer contacto con la población mapuche local. Mientras esperaban su vuelta, más tripulantes de la flota desertaron y la flota aprovecho de explorar más al sur, hasta la isla Guafo. Tras intentar comunicarse infructuosamente con Reynolds y Watson, y ante la posibilidad de un motín a bordo, desde Talcahuano se decide dejar a los más rebeldes y devolverse con el resto a Estados Unidos. No se hace mención de que Reynolds y Watson hayan sido desembarcados en Punta Arenas, sino que en la Araucanía. Lo único cierto es que trabó amistad con los mapuches de la región.
La siguiente fuente es “Adress, on the Subject of a Surveying and Exploring Expedition to the Pacific Ocean and South Seas” de la mano del propio Jeremiah Reynolds. Según Ortega
<<Su vuelta a las páginas de The Knickerbocker llenaron el semanario con sus aventuras vividas en alta mar, en especial una de ella, titulada Address, on the Subject of a Surveying and Exploring Expedition to the Pacific Ocean and South Seas donde confesó en primera persona sus experiencias fueguinas. Un relato delirante en que las memorias de supervivencia del autor transitaban hacia una especie de horror cósmico, en la cual el aventurero revelaba el encuentro no solo con el calamar gigante, sino con unos seres ancestrales y aterradores que le habían advertido nunca acercarse a la Antártica, ya que era territorio prohibido para los hombres. Aseguraba Reynolds, cada noche en isla London, escuchaba las letanías fantasmagóricas de estos seres en los que repetían una y otra vez:
—Tekeli li... Tekeli li...>>
Veamos “Adress, on the Subject of a Surveying and Exploring Expedition to the Pacific Ocean and South Seas”. Primero que todo el texto que lleva dicho título es parte de una compilación, que aparte del “Adress”, contiene correspondencia y documentos antes y después de las expediciones de Reynolds. El “Adress” propiamente dicho es un discurso que Reynolds dio al Congreso de Estados Unidos después de su expedición, específicamente el 3 de abril de 1836. El texto del “Adress” es relativamente largo y es una exposición de la historia y los beneficios económicos de la exploración y explotación de los mares del sur. Si bien hay descripciones y relatos de expediciones no son, como dice Ortega:
<<Un relato delirante en que las memorias de supervivencia del autor transitaban hacia una especie de horror cósmico...>>
De hecho, hay muy poco de primera persona en el "Adress", menos delirio y horror cósmico. Pero no por ello es un texto interesante, lleno de anécdotas que Reynolds escucho de otros exploradores como <<…un tal Palmer…>> que menciona Ortega, siendo ese Palmer uno de los grandes pioneros de la exploración Antártica, como las propias fuentes que hemos mencionado alaban, descubridor de la Tierra de Palmer. También narra espeluznantes historias de ataques y asesinatos por parte de nativos a las tripulaciones de otras expediciones, así como de naufragios y otras vicisitudes, pero ninguna de primera fuente. En definitiva, el “Adress” tiene mucho de "Destino Manifiesto" y nada de tentáculos y locura. Pero quizás soy muy riguroso, y debería revisar la correspondencia y documentos, quizás a eso se refiere Ortega. La correspondencia está ordenada de más reciente a más antigua, por lo que revisando toda la posterior a la expedición encontramos absolutamente nada que mencione locura, secuestros, monstruos o la isla London. La cosa no pinta bien para el relato de Ortega.
En los documentos encontramos algunos bien interesantes, como por ejemplo la propuesta para levantar un memorial a las expediciones que, en 1834, se habían realizado a los mares del sur, incluyendo la expedición de Reynolds. Pero una vez más no hay mención a monstruos o locura, algo que creo se mencionaría si se ensalzan las hazañas de los exploradores para levantar un memorial en su honor, como si se mencionan algunas masacres de marinos por parte de nativos de algunas islas. Pero no, ninguna del sur de Chile. Después encontramos algunos interesantes documentos sobre el mercado del pescado y del aceite de pescado de Norte y Sudamérica, algo que a algunos lleve a la locura, pero que nadie podría decir es horror cósmico.
Pero estos documentos que menciona Francisco Ortega como la fuente del relato no son las únicas obras que escribió Jeremiah N. Reynolds. Inmediatamente después de su expedición a la Antártida, y desde Valparaíso, Reynolds se embarcó en una travesía por el Pacífico a bordo de la fragata Potomac de la armada estadounidense y plasmó dicho periplo en “Voyage of the United States Frigate Potomac under the command of Commodore John Downes during the Circumnavigation of the Globe in the years 1831, 1832, 1833 and 1834”. Si leemos sus casi 600 páginas nos encontraremos con marineros relatos, un interesante relato de la situación política de este hemisferio (especial mención al imperio del Brasil) y exaltante apología de la expansión marítima de Estados Unidos de América, pero salvo una corta mención en la introducción, unas recaladas en Valparaíso y una anécdota respecto a los mapuches durante su estadía en la Araucanía, no se habla de su estadía en Chile anterior a 1829. Notable también es el relato respecto a una banda de piratas actuando en la Isla de los Estados y la falta de claridad respecto a quién gobernaba en esos tiempos las Falklands.
También Reynolds publicó después de su expedición el libro “Exploring Expedition - Correspondence between J. N. Reynolds and the Hon. Harlon Dickerson”, una belicosa serie de cartas bajo pseudónimo, pero en las cuales su enemigo nunca hizo mención del incidente, así como tampoco Reynolds. Dado lo insidioso de las cartas y los recursos usados, resulta raro que no se utilice dicho relato, sobre todo si según Ortega era vox populi a esas alturas (publicado según él en el Knickerbocker).
Otra de la misma naturaleza escrita por parte de Reynolds es “Pacific and Indian Oceans: or the South Sea Surveying and Exploring Expedition”. La primera parte de la obra no es más que una reimpresión exacta del “Address”, que ya sabemos no narra en lo absoluto el suceso que buscamos y la segunda no es más que nueva correspondencia, donde tampoco se menciona nada del supuesto y horroroso encuentro.
Otras fuentes contemporáneas, como “Early Explorers Of Southern South America From The United States” del coronel Lawrence Martin nombra algunos de los personajes que Ortega menciona, como Palmer, Eights, Watson, Reynolds y Pendleton, así como del Penguin y el Annawan, los barcos de la expedición de Reynolds. Esta obra detalla las investigaciones y derroteros de la expedición, pero una vez más no hay ninguna alusión al supuesto encuentro de Reynolds. Es notable que detalla la cantidad de especímenes que trajeron de sus días en la Araucanía.
En el mundo académico moderno podemos ver publicaciones como el paper “One of the Most Intensely Exciting Secrets - The Antartic in American Literature, 1820-1849” de Johan Wikmark, donde se hace una completa revisión de las obras de dicha era respecto a la Antártica, incluyendo las obras de Reynolds y Poe, así como su impacto, y una vez más no hay ninguna mención a lo que Ortega narra. En el paper “The first Antartic voyage of Edgar Allan Poe” por Ian N. Higginson, se hace una revisión de las fuentes de Poe para sus obras antárticas, y explora las conexiones entre "Mensaje en una botella" y "Pym" con las obras de Fanning, Carlyle, Reynolds y Symmes, pero sin mencionar en lo más mínimo algo tan vital para la inspiración de Poe como la anécdota que Ortega describe. Para mayor abundancia en “J. N. Reynolds’ Voyage of the Potomac: Another Source for The Narrative of Arthur Gordon Pym” de Daniel J. Tynan, donde literalmente se hace un análisis de cada sección de “Pym” inspirada directamente por la obra de Reynolds, y de nuevo no hay mención ninguna a lo narrado por Ortega. De igual manera en “Nuestra señora de los hielos. Ficciones polares alrededor de la Narración de Arthur Gordon Pym” de Oscar Mariscal, se hace un análisis de la obra de Poe, incluso con una discusión del origen del famoso <<Tekeli-li>> y una vez más no hay mención alguna a la historia de Ortega.
Si se revisa el Knickerbocker, una de las supuestas fuentes de Ortega, se puede observar que solo dos relatos de Reynolds fueron publicados en dicha revista: “Mocha Dick” y “Bearding of a Sea Lion in his Den”, donde tampoco se hace mención alguna a la locura y horror tentacular. Nota aparte la discusión sobre frenología en varias ediciones de 1839.
De esta revisión de las fuentes originales, que me tomó meses completar, lo único que queda por concluir es que la historia narrada por Francisco Ortega es una completa ficción, probablemente creada por el propio periodista tomando elementos prestados de “Mocha Dick” y del “Romantic History of Jeremiah Reynolds”. Esto es sumamente lamentable, dado que cubre de un oscuro manto de duda de la veracidad de otros relatos "reales" de Ortega, como por ejemplo el Escamado del rompehielos Yelcho, y gran parte de su obra de "no ficción" basada en testimonios que supuestamente Ortega recolectó de primera fuente.